domingo, 8 de enero de 2012

Cerré los ojos...






Cerré los ojos mientras tu boca recorría los alrededores de la dicha.




Líbrame de este viaje por la oscuridad de Europa.
Tráeme cerca del Sena,
quiero volver a desembarcar de un tren del sur
y andar por las calles donde las hojas del otoño nos esperan.
Hay un alarde de viento que viene con la lluvia,
esa tormenta bajo la que somos un aguacero de dudas y preguntas.
La rue des Rossiers hierve en el vacío de tu nombre,
aquellos pasos nuestros retuvieron un eco de besos y caricias.
Arde todavía el verano,
la soledad se ha dejado media vida arrimada a la mía.
Sueño entregado a escuchar tu respiración recorriendo mi cuerpo.
Cada gota de sudor se hace de los dos,
se disuelve en la piel,
cubre de semillas cada poro del otro.
Ven de nuevo y que tus labios se pronuncien en amapolas,
me reconozco en tus uñas y en el sabio desafío de tu lucha…
Hoy, como todos los días,
mi ejército desperdigado y confuso ha sucumbido a tu boca.




1 comentario:

  1. Fernando, qué maravilla de poema. La melancolía lúcida de la ausencia, ella, su recuerdo, su boca...

    Me dan ganas de plantarlo todo e irme a París y seguir el itinerario aunque ya no haya hojas de otoño esperando.

    Un abrazo, poeta.

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